Cuando por fin fui a visitar a Raquel a Albelda, me enamoré y entré rápidamente en sintonía con su lugar, su casa, su gente, su entorno. Sus manos no sólo tocan el cuerpo sino q llegan al alma. Esa alma q muchos tenemos herida y que conscientemente creemos tener a salvo. Ella me ayudó y sigue ayudándome a abrir mi cascarón y dejarme ir para ser quién realmente soy. Sin juicios y con mucho respeto. Animo a todos los que queráis encontrar vuestra paz interior y esa calma q se necesita para vivir en harmonía, a que vayáis a verla. Os encantará seguro. Además de una gran terapeuta es una persona maravillosa.